Bolivia

En octubre de 2020, el pueblo de Bolivia se preparó para las primeras elecciones presidenciales desde el golpe militar contra Evo Morales.

La delegación de la IP –encabezada por lxs diputadxs Gerardo Pisarello (España), Sofia Sakorafa (Grecia), and Maciej Konieczny (Polonia)– llegó a La Paz con una misión clara: garantizar que el pueblo de Bolivia ejerciera sus derechos democráticos de forma libre y justa. Financiada por las donaciones de lxs miembros de la Internacional Progresista en todo el mundo, la delegación llevó las esperanzas de lxs movimientos, partidos y personas que luchan por la democracia en todo el planeta.

Pero funcionarixs del gobierno de facto de Bolivia intentaron entorpecer la misión con tácticas de intimidación cada vez más intensas. Marcel Rivas, Director General de Migraciones de Bolivia, amenazó con que la delegación de la IP "sufriría las consecuencias" a manos de su agencia. El ministro del Interior boliviano, Arturo Murillo –que ahora se enfrenta a cargos por blanqueo de dinero y corrupción para adjudicar contratos de adquisición de gas lacrimógeno a una empresa estadounidense– acusó a la delegación de la IP de ser "agitadorxs" que serían "puestxs en un avión o entre rejas", y añadió de forma amenazadora: "Sabemos quiénes son y dónde están".

La delegación se rehusó a dejarse intimidar con estas tácticas. Como declaró el diputado Maciej Konieczny: “Decidí unirme a la misión de observación de la Internacional Progresista por la preocupación de un posible fraude electoral o de otro golpe de Estado. Las autoridades intentaron intimidarnos y lanzaron una campaña de mentiras y engaños. Pero nuestros peores temores no se materializaron el día de las elecciones. Por el contrario, fuimos testigos de una verdadera celebración de la democracia”.

El 18 de octubre, la delegación de la IP recorrió las ciudades de La Paz y El Alto para observar el proceso democrático de Bolivia. En más de 10 centros de votación –incluyendo escuelas, complejos deportivos, un centro comunitario rural y una prisión en el corazón de La Paz– la votación fue pacífica y ordenada. “Estamos siendo testigos de la expresión masiva de la soberanía popular, un elemento fundamental de la constitución boliviana. En cada centro de votación de nuestra ruta, observamos a miles de votantes ejercer sus derechos democráticos pacíficamente”, dijo Tessy Schlosser de la delegación de la IP.

El triunfo de la democracia en Bolivia es un testimonio de la movilización de un poderoso movimiento popular, no solo el día de las elecciones. Una campaña constante de huelgas y bloqueos, orquestada por los sindicatos de todo el país, fue fundamental para garantizar la votación mucho antes de que se abrieran las urnas el domingo.

Un frente común de observadorxs internacionales apoyó al pueblo de Bolivia, enviando un claro mensaje al gobierno de facto: estamos vigilando. Más de 100 observadorxs internacionales viajaron a Bolivia, a pesar de los peligros de la pandemia. La solidaridad internacional –y el apoyo decidido al proceso democrático– supuso un último freno a las fuerzas de la reacción que amenazaban con erosionar la "fiesta democrática" de Bolivia.

Como dijo Gerardo Pisarello, diputado del Congreso de lxs Diputadxs por Catalunya en Comú y miembro de la delegación de la IP: “Bolivia ha enviado un mensaje rotundo –a la región de América Latina, a los Estados Unidos, a Europa– de que es posible reparar nuestra democracia".

Como dijo David Adler, coordinador general de la IP y miembro de la delegación de la IP: “Las elecciones en Bolivia representan un momento decisivo: la era de la impunidad autoritaria llegó a su fin. Una nueva ola de poder popular se levanta ahora para restaurar la democracia y reclamar las instituciones del Estado, inspirándose en el pueblo boliviano en su heróica lucha de este año”.